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TOSCA E SCARPIA – DESEO QUE DIOS EXISTA

Hacía mucho tiempo que no lloraba viendo una ópera. Hoy la tradicional y consistente producción de la Royal Opera House (Covent Garden, Londres) lo ha conseguido. No ha sido una función de referencia, pero me ha llegado, y creo que no puede haber un objetivo más alto en un espectáculo tan complejo como una ópera.


Illica y Giacosa hicieron un gran trabajo con el libretto. La última frase de cada acto es soberbia. Solas, resumen toda la ópera, profundas y trágicas, porque Tosca es LA tragedia. No hay nada comparable al sufrimiento de Floria, que nace de su gran amor por Mario. Pero Mario, en la historia, no es para nada importante. Tiene dos arias preciosas, pero él sólo es la excusa para que Tosca rechace a Scarpia. Ella es amor, orgullo, piedad y bondad. Él es lujuria, fingimiento, doble moral y maldad:

TOSCA, mi fai dimenticare Iddio

El final del primer acto, uno de los mejores momentos de la historia de la ópera, me pone la carne de gallina SIEMPRE. Scarpia canta su apetito más bajo por Floria, mientras la ciudad entera alaba a Dios, y él no lo logra porque sus instintos más viles le poseen. Él es el poder conservador, siempre tan cercano a la religión, que le da todo el miedo que necesita para controlar a la gente ignorante. Y él necesita fingir que cree, se engaña a sí mismo, asume todos los signos externos de la religión, pero sigue siendo un monstruo por dentro. “Tosca, haces que me olvide de Dios”.

E avanti a lui tremava tutta Roma

Floria Tosca. La mujer. La pasión. La amante. La asesina. Mata por amor, por preservar su integridad para Mario después de salvarle. Ha sufrido no sólo por el tormento que le infligen a su amado y por haber traicionado sus ideales, pero también porque no entiende qué ha hecho mal. Y después de matar siente piedad, pero también orgullo, porque la leona que hay en ella se siente la mujer más fuerte del mundo, salvando además de su propia vida y la de Mario, muchas otras que Scarpia ya no podrá quitar. “Y ante él temblaba Roma entera”.

SCARPIA, avanti a Dio!

Este es el final supremo. Ella está desesperada, tanto como para condenarse a una eternidad en el infierno suicidándose. ¿Qué sentido tiene la vida si Mario ya no la volverá a acariciar? ¿De qué sirve rezar, si todo el bien que ella hace se lo pagan con el mayor dolor posible, con el de perder a su amor? Tosca no lo duda. Mató por amor y lo volvería a hacer, y aunque todavía espera que la Virgen la salve, su fe le da la satisfacción de saber que, aún condenándose, Scarpia sufrirá mucho más que ella. “¡Scarpia, (nos vemos) ante Dios!”


Estas tres frases me han hecho pensar en mi país, en la doble moralidad de mucha gente conservadora que va a la iglesia todos los fines de semana, amigos de obispos y cardenales, y que no tienen reparo en hacérselo pasar mal a los más pobres mientras ellos se van de vacaciones. Y sí, estoy pensando especialmente en el Partido Popular, con todos sus escándalos de corrupción y la relación que todavía tienen con la Iglesia Católica en España. Hoy he llorado de rabia, de pensar que se merecen que Dios exista, porque lo que hacen con el miedo de la gente, con el dinero de la gente, con las vidas de la gente… no tienen perdón posible. Esta noche rezaré a Dios para que sea justo y les pague con lo que merecen. “¡Partido Popular, ante Dios!”


Ruggero Raimondi como Scarpia en la producción de 2006 de la Arena de Verona.

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